“De bien nacidos…”, de Alonso Holguín F.J.

Artículo publicado en Libertad Digital

“De bien nacidos…”

Así rezaba una de las frases favoritas de don José María García, uno de los periodistas deportivos cumbres de la historia de la comunicación social en España. Se podía estar -y se puede- a favor de su discurso, de su opinión o del punto de vista sobre muchos motivos. Ésa es una de las bases de la Democracia Constitucional que disfrutamos en “este hermoso país llamado España”. La frase entrecomillada es de un ser humano fenomenal que hay en nuestra patria.

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“Senda de lealtad”, de Alonso Holguín F.J.

“Senda de lealtad”, de Alonso Holguín F.J.

“Senda de lealtad” es la segunda novela publicada dentro del género negro y policiaco

Este es el comienzo de “Senda de Lealtad”, de Alonso Holguín F.J., segunda novela después de la primera incursión en el formato papel “Alfil blanco, Peón negro”. En esta ocasión se adentra en los terrenos más desconocidos de Ejército, Policía Nacional y Guardia Civil, para desvelar el enigma de ese término tan manido como es la “lealtad”.

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“El sonido interior”, de Alonso Holguín F.J.

“El sonido interior”, de Alonso Holguín F.J.

La naturaleza es un sinfín de percepciones de los sentidos para los animales. Si bien la vista es uno de los más importantes, estoy firmemente convencido que los sonidos acaparan muchas de las virtudes de nuestro ser. Mis respetos a las personas que adolecen de sordera, a quienes espero poder ayudar a oír con estas cariñosas, a la par que descriptivas, letras. ¡Toc toc, va por ti!

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Segunda y primera

Hola a todos.

Hace apenas unos días estaba aquí flanqueado por Jota comenzando una pequeña singladura. Hoy, a 23 de mayo, se publica la segunda historia que he escrito en formato “papel”. ¿Novela, aventura? Creo más acertado significar que es una forma de pasar página, que diría Santiago Izquierdo, “el zurdo”, una persona de bien, amigo y un maestro del compañerismo. Veréis queridos amigos, desde que comencé a escribir con más o menos sentido ciertos relatos, cada vez que he acabado uno de ellos, he sentido una liberación: soltrar lastre es aliviar el espíritu. Mis novelas son un conjunto de capítulos hilvanados con un sentido de agradar al espíritu y a vosotros.

Dice una página web “La visión del mundo no es única”, cuestión inapelable. De hecho, dos personas diferentes, desconocidas, con formación muy diferente, pero con un sentimiento muy arraigado del concepto Lealtad, han denominado en el mismo sentido esta segunda novela que publica Editorial Atlantis. “Senda de Lealtad” es una nueva apuesta de Jota, el editor, por un Servidor de Dios, de España y de ustedes. ¿Qué dijeron? Espero vos contéis vuestra opinión para no condicionar al resto. Pero el prólogo del maestro Manuel Cerdán da muchas pistas…

Pensar historias, argumentar hechos es una labor dura, ya que es complicado contar a los demás situaciones vistas de forma habitual, pero mezcladas para evitar la realidad, ésa que ocasiona desazones innecesarias. El día a día de muchos es un continuo ir y venir de sinsabores. Trato siempre de realizar una descripción bastante exhaustiva de los alrededores de los personajes, sin olvidar lugares muy queridos y presentes en estos primeros 45 años de vida.

Van a comenzar un camino que he descrito para llegar a un final. Pero el desenlace es una parte pequeña del texto, ya que el verdadero sentido de las cinco centenas de páginas se ha de encontrar en cada capítulo, diálogo y persona. Avanzaré que es diferente a “Alfil blanco, Peón negro”, ya que aquí son cuatro días, cuatro. Y hay unas cuántas personas más… entre ocho y veinte, más o menos.

Según vayas caminando por las páginas, verás muchos espacios, gustos y animales. Sí, sí, animales. El número de extremidades apoyadas en el suelo varía: dos, tres… incluso más de uno que acierta a sujetarse en un par, siendo su modo habitual cuatro. Voy a desvelar algo, a pesar que a Jota, mi editor, no le guste. Mi animal preferido es el más… rápido. Buen ojo, velocidad, olfato, es negro y… ¡no juega al fútbol! La propia debilidad me vence…

La parte más complicada de un libro es describir el mismo por el autor: he de contar de qué va, pero sin desvelar la historia… por completo; necesito atraer al lector, evitando caer en la autocomplacencia; he de poner por escrito algunas frases para la presentación y alguna entrevista… ¡si ya he escrito todo lo que quería en 500 páginas! ¿Qué digo ahora? Algún famoso diría: “me he vaciado”. ¡Qué gran mentira! Me ha ocurrido al revés: estoy más relleno, en bastantes más sentidos de los que querría. Al contaros este conjunto de capítulos me fui llenando de alegría, considerando que “vaciar” mi mente es llenar la vuestra; compartir mis sentimientos es unirse a los vuestros, de esta forma sumamos y enriquecemos juntos la mente de ambos. Por eso, yo estoy más… “lleno” y un poco más gordo.

Sería presuntuoso dar las gracias a todos los lectores, dado que no sé si os ha gustado la primera y si disfrutaréis de la segunda. Ambas son distintas e iguales. ¿Contradicción? No, no, estoy seguro de ello, ya que soy el autor de todo, especialmente de juntar imaginaciones, sueños y pesadillas… de esas chungas que pueden tener a un tipo despierto durante horas, días, meses y años…

Tengo la clave: sonrío, a mi manera, sonrío. Verás. Estoy satisfecho de haber cosido capítulos para relatar algo que no ha sucecido, en un escenario irreal, aunque con muchos lugares similares, y conseguir que vosotros, queridos, también sonriais durante la lectura. Ahí, en ese instante, os daré las gracias por leerme, por compartir ese ratejo de pasión, viajes, vino, amistad, cariño, amor y… Lealtad.

Estas hojas, empezando por la portada, son una singladura, una auténtica y única “Senda de Lealtad”. Ese título está relacionado con algunas personas que conocí. Unas son buenas, otras malas y pocas más… peores. A las primeras os agradezco por permitirme caminar a vuestro lado, a las segundas espero no verlas más y a las terceras… espero que Dios juzgue pronto sus acciones en la Tierra, ya que tienen un concepto herrado -con y sin “h”- de Lealtad.

Sonrío, ya sabes cuándo te diré “gracias”.

 

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