12/01/2015 by Klasus
“Desde el Cerro de la Tierra…”, de Alonso Holguín F.J.
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“Desde el Cerro de la Tierra…”, de Alonso Holguín F.J.
¡Feliz Año Nuevo! Mejor manera es la fórmula que dedicamos a nuestros seres queridos, amigos y hermanos el primer día que nos vemos a primeros de enero. Si bien la tradición motera indicaba en este fin de semana señalado para acudir a Valladolid, con motivo de la Concentración de los Pingüinos, algunos problemas locales han eliminado esta posibilidad. Sin embargo, he tenido oportunidad de compartir una hermosa mañana con unos cuantos amigos, hermanos y algún que otro desconocido… hasta hoy. Deja que te cuente…
Empezaré por mi primera falta, fruto de una famosa ideíca que reflejé hace unos… folios. Ayer sábado estabamos convocados los amigos de la Peña El Galgo Negro de Cigales a disfrutar de una comida: un bacalao con tomate en “Las Barricas”, local hostelero de la localidad cigaleña. Alguno de los participantes iba a anunciar que el número par de su recién formada pareja, estaba en camino de ser nones dentro de cuarenta o menos semanas. La ocasión era perfecta, más aún la noticia. Pero otra cita tenía pendiente…
Hoy, 11 de enero de 2015, se celebraba la 101 Concentración para pedir “La Verdad Completa” de los Atentados ocurridos en los Trenes de Cercanías y Atocha el día 11 de marzo de 2004. Tanto el colectivo “Peones Negros”, como los amigos del señor don GABRIEL MORIS, tenemos esa cita mensual en Atocha -área de Cercanías Renfe-, como en Alcalá de Henares -Plaza de Cervantes- a las 20 horas.
Las palabras de don Gabriel reconfortan el espíritu de todos aquellos que oímos su conocimiento, su buen hacer y su verbo inteligente. De todas sus cartas puedes buscar en Libertad Digital. Aunque allí no tendrás su timbre de voz tan conmovedor. Menos es nada. Este día 11, amigos de Alcalá, tampoco pude estar…
El año 2014 acabamos con un dolor inmenso por el asesinato de la Policía Nacional Vanessa en Vigo. Un crimen que hubiera podido evitarse, una muerte que nunca debió suceder, como tantas otras… El corazón encogido teníamos todos los españoles. Rostros de dolor en muchos Policías Nacionales, Municipales y Guardias Civiles, entre otros funcionarios públicos, que cada día calzan botas o zapatos, ropas y gorras para que, en nuestra democracia, cualquiera tenga la oportunidad de expresar opinión contraria sin violencia… si bien intervienen para proteger derechos que violentos tratan de vulnerar contra otros ciudadanos, poniendo sus propias vidas en liza.
El día segundo de este recién estrenado año se volvieron a oscurecer nuestras almas. Digo bien el alma, porque aun siendo intangibles, las entrañas de nuestros sentimientos se resquebrajaron por el dolor propio de un hermano. Recordarás cómo se decía que un Policía Nacional había muerto arrollado por un tren de Cercanías en la Estación de Embajadores en Madrid. Si bien el idioma español es muy rico, en mi querido Cigales diríamos que algunos periodistas son unos ricazos.
Un ser humano se muere por una enfermedad que acaba con su vida. En cambio, si otra persona interviene con intención de acabar la vida de otro humano, aprovechando violencia, sorpresa o similar, entonces se considera HOMICIDIO o ASESINATO. Así dicen el Código Penal de España:
Artículo 138: El que matare a otro será castigado, como reo de homicidio, con la pena de prisión de diez a quince años.
Francisco Javier Ortega, Policía Nacional de 28 años de edad, natural de Navarredondilla, Ávila. Destinado en la Brigada Móvil. Según los vídeos que circulan por Internet, se ve cómo un persona de color arrastra consigo a las vías a una persona de paisano, que resulta ser el hermano Policía Nacional en labores de Seguridad Ciudadana. Estaba identificando a una persona… que después hemos conocido con antecedentes penales.
Francisco Javier Ortega, Policía Nacional asesinado
Hace unos días, el Delegado de la Asociación “Ángeles Guardianes APM” envió un comunicado a los hermanos, anunciando el Funeral a celebrarse en el Cerro de los Ángeles, localidad de Getafe, para hoy a las 13 horas. Estaba consentido por la familia que nos juntáramos los diferentes Cuerpos Policiales, Funcionarios y personas para rezar desde esa emblemática colina.
De nuestro grupo acudieron desde Ciudad Real, Toledo, Guadalajara, así como los hermanos de “Ángeles Verdes” y otras Asociaciones de moteros que sería largo transcribir.
La explanada del cerro se fue llenando de uniformes azules, verdes, fosforito en diversas tonalidades, bomberos, vigilantes y personas de paisano. En algunos casos, bajo gorras, cascos, tricornios, boinas… el cabello estaba erizado, aunque ya la piel fuera huérfana de él. Más aún cuando veíamos cómo una pareja de Policías Municipales llegaba en su coche, bajaba el carrito e introducía a un niño de corta edad, que momentos después devoraba un apetitoso Potito. Otros llegaban de la mano de sus padres, incluso tuve oportunidad de ver el fruto del amor de mujer Municipal y hombre Nacional. La sonrisa del zagal en la cara no cabía. Su pelo castaño a media melena se balanceaba mirando asombrado unas chupas de cuero rematadas con emblemas brillantes de cuerpos policiales.
Por el recinto seguían llegando compañeros, hermanos todos, de diferentes Cuerpos e idéntica sensación. Caminábamos hacia la Basílica para oír la Santa Misa de los Católicos Cristianos.
Tras las oraciones, se fue formando un grupo central en la explanada, con orden y mezcolanza, de todos los asistentes uniformados. Un solo CUERPO unido, agrupado, donde cada uno era igual al de al lado, delante y trasera posición geográfica. Los rostros serios, húmedos los párpados, bajo gafas de sol de justicia que hacía de la mañana un gozo de paseo para el alma.
Desde el Cerro comenzó la música a sonar de la canción “La muerte no es el final”. Todos, uniformados y paisano, desde el punto llano del lugar elevado, prietas las mandíbulas, comenzamos a cantar, en tanto algunas lágrimas salpicaban mejillas. A fe que el sueldo se gana por trabajar, Servicio, cuidar de sueños y descanso de la población. Sin embargo, el coro mejor afinado del universo hubiera tenido muy complicado mejorar los sentimientos que desde allí elevamos.
La piel se llenaba de sudor, propio de los nervios que afloran en dicho tema musical. A continuación se oye por los altavoces el himno de España sonar. Firmes todos, paisanos, uniformados, incluso se atisbó la quietud de muchos pájaros en su piar. Desconozco cuánto duraron ambos himnos, uno a los Caídos, otro a nuestra Patria. Al final, nada más acabar el segundo, un atronador “¡VIVA ESPAÑA!”, respondido “¡VIVA!”, para continuar con el Rey, volviendo a tronar “¡VIVAN LAS FUERZAS Y CUERPOS DE SEGURIDAD! ¡VIVA LA GUARDIA CIVIL! ¡VIVA LA POLICÍA NACIONAL!”.
Después de esto poco quedaba más. Despedir a los hermanos, “buen viaje y cuidado con la moto”, era la frase oída. Cada mochuelo a su olivo, que también se diría. “Hasta la siguiente, pero que sea por otra cosa”, era el mejor sentimiento.
Y ahora, acabando el día solicito las disculpas a los amigos por no poder degustar ese bacalao, la noticia de la buena nueva, a don Gabriel Moris y compañía, porque el cuerpo mío ya no respondía para ir a Alcalá esta tarde… y a tí, querido lector, por hacer a nos compañía, en este rezo por el hermano caído, mientras trabajaba a tu Servicio.
Por cierto, echamos CERO de menos a políticos de todos los signos en esta despedida. ¿Vendrán a buscarnos para sus elecciones? Me callo, que eso de la política es farina de un costal amargo…
…rezamos al Cielo, donde están nuestros caídos.