Tantarantán

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Tantarantán de un hombre a una mujer

Se han equivocado. Todos; algunos buenos, parecían. Cayeron en sus redes como pardillos; peor, sucumbieron y siguen enredados como una mariposa, pez o un idiota incapaz de distinguir humo de vapor. Volvieron a meterse un auténtico talegazo. Pensaron en la bondad de la izquierda pija, chachi, de «cientoypico» años jugándosela a los españoles; parecían mil. Complicado que algunas criaturas espabilen, no imposible. No decaigan.

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Un tipo gobierna y está haciendo bueno a aquél ser, cuya felicidad consistía en «contar nubes». Sobre todo a quienes se creen sus patrañas. Mentiroso, en superlativo; tahúr en un barco de vapor flotante navegando en la época dorada de los casinos. Acredita una enorme victoria con la penúltima jugada. Una mano tonta y muy listo, apretar un botón, «control + p» en el teclado. La impresora del ordenador labró en folios el empujoncito del «tantarantán» al segundo partido en escaños del Congreso de los Diputados, por ahora.

Tantarantán primero

El fulano ha sacado de la chistera conejos, palomas; agarró un charrán esta vez. Untó al pajarraco con varios informes de dudosa legalidad por conocimiento y uso restringido. El ave engulló folios hasta la molleja —uno detrás de otro— sin pensar las consecuencias para España. Un partido con presunta importancia en nuestro país, acepta la entrega de documentación protegida por ley que viola derechos de ciudadanos; no, no ciudadanos como usted o como yo, ni de coña. Enemigos políticos: «compañeros» militantes con poder o previsión de llegar a él.

No contento con poseer esos datos, los guardó durante meses, posiblemente incurriendo en presuntos delitos. Exhibió los presuntos hechos a los cuatro vientos, ondas y medios de comunicación. ¿Quién dejó a ese muchacho sin la consulta legal de la tremenda cagada que iba a cometer? Estaba escrito, contratos publicados en la web de la comunidad de Madrid para evitar cualquier pisada y hundimiento en la ponzoña.Revelar datos fiscales y bancarios constituye un presunto delito. Exacto, esa normativa recogida en el Código Penal, que tanto sacude a quienes pisamos tierra, cemento, lejos de enmoquetados palacios.

Ilegal

La autoridad judicial determina la autorización para conocer de esos documentos en diligencias para averiguar la comisión de delitos, faltas e infracciones administrativas. Además, en la actualidad, un político ha revelado un cuarto propósito: apuñalar al rival. De tantos asesores, compañeros, muchos abogados, algunos del estado; funcionarios, jueces y fiscales entre ellos, ninguno avisó a Pablo de la presunta comisión de un delito, así como del ilícito de utilizar aquellos folios y datos. Será su fin, no quepa duda ni asomo de salvación. Cada uno cava su propia tumba y más en primera línea política. Marioneta, muñeco, con la mano metida por detrás, en los bajos, para articular palabras, frases, acusaciones sin base legal, según la defensa de la acusada con documentos oficiales. Amortizados quedaron.

Origen del tantarantán

El origen, un canalla, todo un artista. Torero, quien cortaría orejas y rabos de pusilánimes a diario, sin necesidad de corridas ni ganado bravo; más bien mansos y cobardes. La justicia, si no se aplica rápido, pierde el sentido de protección a las víctimas frente al autor o autores, quienes tienen más derechos que obligaciones.

Uno de sus bastiones es el terrorismo de ETA. Exacto, esa banda que «ya no existe», dicen, pero su brazo político da apoyo al gobierno; cuyos internos cumplen condena reducida en prisión sin colaborar con la justicia ni pedir y obtener el perdón de las víctimas, ni cumplir las condenas al pago de indemnizaciones por los hechos cometidos; llamen «obligaciones voluntarias». Esas personas gozan de trato favorable, gustoso, meloso, como si tuvieran un aura de algodón de azúcar. Tantos miramientos con su estabilidad emocional, reproducción o procreación, incluso el lamento de un suicidio en un pleno del Congreso de los Diputados, dando la sensación ser su esclavo moral y personal. Niego el síndrome de Estocolmo. Aparenta más un mochil, bastardo, guarro, rastrero; tipo alto, presumido, rodeado de impresentables «alguacilillos» —con respeto y admiración a los taurinos— al servicio de pretensiones terroristas.

Fuera por el tantarantán

¡Ay, calamidad! Salga de escena, del centro y medio, rápido, calladito, un «lo siento» para pedir perdón y cumplir con la justicia; después, dirección al silencio, Babia, por ejemplo; sin cobertura ni contacto con la actualidad del ruedo político, donde procurar se olvide el mundo de su tremendo error, que pagaremos todos, y celebrará el fulano más mentiroso de la historia española.

Hay tiempo. Se precisan personas íntegras con nosotros y entre ellos. Reconstruyamos la resistencia a la destrucción de la España que aún queda. Es un bien superior, incluso para aquellos que fueron maletillas con ínfulas de alternativa en plaza de primera categoría.

Fuente: Este artículo fue publicado en El Español.

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