No es ideología, es vida

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Banalizar el terrorismo con ideología y odiar la vida del prójimo desde el terrorismo


La humillación a las víctimas del terrorismo continúa con total libertad. «Estamos en democracia», afirman. «¡Vamos no me jodas!», corrijo con energía. La penúltima de sus acciones para aupar la victoria del terrorismo, frente a un estado rendido por sus indignos dirigentes del momento, ha sido manifestarse en favor de liberar a terroristas. Terroristas internos en establecimientos penitenciarios de este hermoso país llamado España, y el vecino Francia —a veces incómodos a lo largo de la historia—; terroristas sin pedir y obtener un perdón efectivo de las víctimas; terroristas sin cooperar con la justicia para resolver casi 400 asesinatos de ETA; terroristas sin pagar ni un céntimo de euro de las «Obligaciones voluntarias» fijadas en sentencia para resarcir a las víctimas, a sus familiares, herederos o al estado, quien hizo frente a ellas.

Manifestación

En dicha manifestación se juntaron gentes de diverso pelaje. Como es costumbre hemos de evitar criticar si eran mujeres, hombres o lo que deseen ser en cada momento. Tampoco se puede criticar que utilicen a niños para apoyar la salida de los internos de los establecimientos penitenciarios. Ellos llaman «prisioneros», y su causa es «ideológica», porque consideran asesinar a otro un mero trámite vital transitorio.

Esas gentes «se manifiestan por una ideología», según tratan de vendernos, cuando se trata de intentar poner en libertad a asesinos. Asesinos son, y son todos ellos. Tanto aquellos que apretaron el gatillo, como quienes indicaron el itinerario de la víctima; quienes facilitaron la llegada, ocultación y huída de los asesinos con labores logísticas, sin ellas no se habría producido el delito. Porque una ideología legal —expliquen a los chiguitos menores de edad— no defiende ninguna idea atentando contra policías nacionales, guardias civiles, militares, policías municipales y locales, funcionarios de los establecimientos penitenciarios o ertzaintzas; ni contra taxistas, cocineros, dueños de bares y restaurantes; ni contra los concejales de otro partido político ni contra los sindicalistas, aunque sean de un sindicato diferente al de mamá o papá. ¡Que matar al prójimo es delito, coño!

Actriz presunta

En esta manifestación ha ocurrido un hecho singular. Una persona, actriz de profesión, se ha colocado detrás de una pancarta; portando la misma piden la liberación de internos etarras —¡asesinos!— en establecimientos penitenciarios. Esa individua ha participado en varias series de televisión. Su personaje más importante interpretaba a una inspectora del Cuerpo Nacional de Policía de España; el personaje abandona la ley y se une a los delincuentes. ¿Sería un deseo propio? Vestir ese uniforme, aunque sea en una obra cinematográfica, debería imprimir algo de sentido, de cariño, incluso de recuerdo a quienes dieron la vida por la libertad y seguridad de ejercer la profesión de actriz frente a los terroristas. Sin embargo ella, al parecer de grandes tragaderas, inmensas como su alma oscura, se encuentra más al lado de terroristas que de los policías nacionales y resto de víctimas del terrorismo.

Publicidad

Víctimas del terrorismo que, afortunadamente, también disfrutamos de este sistema político donde la libertad de opinar es un derecho; donde la libertad de decidir es una opción; donde el libre mercado se garantiza por ley. En ese libre mercado hay empresas patrocinando a personas para atraer público a sus servicios y productos. De hecho, hay una profesión muy reconocida en los últimos tiempos: «influencer». En su mayoría femeninas, muestran las bondades y calidad ofrecidos al público para aumentar el número de ventas.

Esas ventas pueden resentirse cuando el público objetivo muestra su opinión del producto, servicio y/o de la persona que se contrató para el anuncio. Nosotros —algunas víctimas del terrorismo— y otras personas con el sano principio de respetarnos, mostramos nuestro desacuerdo con esa individua. Muchos desconocíamos su ideología —que puede ser y es muy suya— e imposible de compartir al mostrarse a favor de asesinos terroristas.

Farándula de cobardes

Dos marcas rompieron su vínculo con ella. Bien, perfecto. Un grupo de compañeros en la farándula le han mostrado su apoyo a ella. A ella, ¿por ideología de apoyar a terroristas? Esos «compañeros» suyos —de ella— confunden el enfoque de la noticia. ¿Desconocen los asesinados por terrorismo en España? ¿Recuerdan cada salvaje atentado? ETA ha asesinado a mujeres, a niños, a hombres. ETA ha colocado bombas en centros comerciales, en hoteles, en la calle, sin pensar en nadie ni ninguno de las posibles víctimas. ¿Llaman a eso «ideología»?

Será bueno hacer un repaso a todos los actores, actrices, directores de cine y personas que avalan esa bastarda forma de hacer «política», causante de la muerte de casi mil personas en España; comprobar si quedan empresas que paguen a esos individuos por publicitar productos y servicios.

No es ideología, es vida

Tranquilos, nosotros no ejercemos presión ni acoso: mostramos nuestra querencia acerca de qué elegir o no para el consumo propio y de nuestras familias. No es terrorismo, es opinión; no es «ideología», es vida.

He publicado “Obligaciones voluntarias”, donde encontrarán un relato sobre el terrorismo en España con formato novela. Y otro hecho real novelado, como propina, y en homenaje al gran Ochoa, quien evitó una masacre por estar atento en su labor de agente de la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil. Nunca dejaré de agradecer tu labor, compañero. Nunca.

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