“Sal que ya entro…”, de Alonso Holguín F.J.

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“Sal que ya entro…”, de Alonso Holguín F.J.

Las circunstancias modifican la vida de un ser humano. Éste, por su educación familiar, desarrollo funcional, cultural y vivencias traza un determinado plan para desarrollar su existencia en el planeta. Las dificultades laborales son un ingrediente más para que pueda ser más o menos cerca de su familia, amigos y lugar de nacimiento… aunque algunas veces otros sucedidos en la otra punta del mundo también modifican la trayectoria prevista.

 

Trayectoria… sin mirar al diccionario diré mi idea sobre ese sustantivo: camino que puede recorrer algo desde su comienzo hasta llegar al objetivo. Esto dice la Real Academia de la Lengua Española:

 

  • Línea descrita en el espacio por un cuerpo que se mueve, y, más comúnmente, la que sigue un proyectil.

  • Curso que, a lo largo del tiempo, sigue el comportamiento o el ser de una persona, de un grupo social o de una institución.

  • Geom. y Mec. Curva descrita en el plano o en el espacio por un punto móvil de acuerdo con una ley determinada.

  • Meteor. Derrota o curso que sigue el cuerpo de un huracán o tormenta giratoria.

Fuente: Real Academia de la Lengua Española

Creo que no me he equivocado en la apreciación. Hoy el asunto de este sustantivo es mi amigo… sí, tú. Voy a hablar muy alto, ya que tiene una pérdida del 90% de audición, conscuencia de las heridas que sufrió este joven en el atentado terrorista de Madrid el día 11 de marzo de 2004. No sé si tendrá las pilas cargadas y me oirá bien. Por ello, a los que conservan la bendición de oír todo, disculpen si parece que chillo, que no grito, sino que es el volumen máximo de voz que Dios me ha dado. Ahí vamos.

 

La vida es un conjunto de circunstancias de cada persona. Durante cada tramo existencial se reforman, ganando o perdiendo altura, firmeza y consistencia la trayectoria que cada cual ha fijado. Si bien el resultado de toda operación es la principal finalidad de un esfuerzo, voy a afirmar que no estoy de acuerdo por completo, o por ahora, ya que seguro que alguien me puede sacar de este error, convenciéndome con su verdad.

Y no estoy de acuerdo porque “la vida es como un camino”, que diría un filósofo, o “como un toro”, que diría un muchacho que llegó a ser torero, perdiendo el norte tras ser novillero. En España, que a muchos nos gustan las romerías -véase “El Rocío, “La Virgen de la Cabeza” o el grandioso “Camino de Santiago”, y también la peregrinación de muchos a la Basílica de la Virgen del Pilar-, cuando te unes a una marcha de ésas, aprecias a los compañeros de viaje, de camino, casi más que el final o el resultado de él.

 

Durante los diferentes tramos, semanas, días, horas o minutos que se realizan vas disfrutando de aquellos junto a los que andas, de los alrededores, de los múltiples colores de la ciudad, del campo, de las flores, incluso de las nubes. Esas impresiones van forjando tus gustos, placeres, sinsabores y, porqué no, la forma de ver la vida.

 

Verás, querido amigo, hubo un tiempo que estuve buscando soluciones a un problema dentro de mi cabeza -que es de un tamaño 58 de gorra-, desde una ventana al mundo. Miraba de un lado a otro la calle. Frente al edificio hay un enorme árbol, donde se posaban algunos pájaros a descansar de sus paseos por el cielo. Ellos van de un lado a otro en pos de comida, de unas gotas de agua, incluso tienen la posibilidad de ver las intervenciones de los humanos contra la naturaleza, con esos edificios… ¡cuánto daño han hecho algunas cafeterías en la Facultad de Arquitectura! Perdón, que se me va la pinza… Decía que los animales también ven el mundo que nosotros hemos transformado, con mayor o menor acierto en ocasiones, desde diversas perspectivas… y que yo admiraba la forma de esas aves al descansar por segundos frente a la ventana.

 

Tras más de… varios días atrincherado en el mirador del salón de casa, que hacía de rama para mi cuerpo, decidí buscar otra vista, otear un diferente lugar, de esos que se elevan sobre el terreno para ver un poco más… lejos. Tuve suerte de encontrar un cerro en medio de un parque junto a mi domicilio. Descubrí que, a días despejados, podía ver la nieve de Navacerrada si miraba a la parte norte, Vallecas al sur, hacia el este la aproximación de aviones a Barajas y al oeste, mejor dicho, noroeste, la Iglesia de Cigales… sí, sí, detrás de las montañas, a doscientos diez kilómetros, allí está.

 

catedral.del.vino.Cigales

Iglesia Parroquial ‘Santiago Apóstol’ de Cigales, llamada ahora ‘La Catedral del Vino’

Entonces decidí merodear por otros lugares, con buena compañía como nuestra abogada Manuela, Nacho García, Javier y Lucía, Ainhoa, Francisco José Alcaraz, Salvador Ulayar, Alejandro Urteaga, don Gabriel Moris y doña María Pilar, su esposa. También conocí a Elena, a Natalia, al señor “Arano”, Cirilo, Fernando, Gabriel Monte, Jesús Biempica, Manolo ‘el Sebas’, Félix Calleja,… y a tanta gente que a duras penas recuerdo su nombre, pero es imposible olvidar su sonrisa, su abrazo de oso o los dos besazos que nos imponen en las mejillas al saludarnos cada día que nos vemos… aunque pasen una, seis semanas, o años, en volver a vernos.

 

El hombre suele buscar explicación a todo aquello que no comprende. Incide sobre lo que es feliz o acerca de cuestiones que son más difíciles de comprender. Muchos hemos echado la culpa a los fabricantes, ya que la caja es bonita, el lazo del regalo… precioso, pero ¿y las instrucciones de la vida en letra tan pequeña o su ausencia?

 

Y he aquí la explicación de la cuestión de mi rebeldía personal sobre el dichoso resultado. La vida no es un fin, sino que el aspecto más PRINCIPAL es la trayectoria, el camino y la compañía de aquellos en el recorrido. Seguro que estoy equivocado, claro que sí, incluso estaré errado. Pero, en tanto alguien me saca de ese estado, aprovecharé para caminar por los cerros, valles y lugares intermedios ya que vuestra compañía es la mejor de las ÓPTIMAS.

 

Gracias a todos y, especialmente a tí, joven amigo, por permitirme caminar a vuestro lado: tú sal, que ya entro yo…

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