Punto y coma

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Punto y coma.

¿Fácil? El título esta vez ha sido muy sencillo de encontrar. En parte, verás que el principio no tiene un final aquí, sino que simplemente se generará una continuidad de los diferentes personajes que vas a leer. Te ayudo nos conoces a todos, incluso a veces por nuestro verdadero nombre, apodo, apellido, siglas…

El destino no está escrito, lo marcamos nosotros. En la Guardia Civil así es, al menos cuando voluntariamente cambiamos de lugar y punto de trabajo. Corría el año… hace unos pocos, cuando el joven Suso optó por llegar a un punto del mapa de España para realizar una labor discreta. Tenía forjada una impresionante personalidad, un gran arrojo y valentía, además por un amor al Servicio superior a muchos de los compañeros que se puedan imaginar.

Siendo niño, su padre falleció en accidente de tráfico. De los primeros muertos en Acto de Servicio en aquellas carreteras con curvas… y de la mala suerte que, al tomar una de ellas, se desplegara la pata de cabra de su montura para acabar con la vida de un Agente de la naciente Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil. Viuda y varios hijos era el resultado del desdichado hecho.

En el Colegio Infanta María Teresa conoció al gran JuanRa. ¡Qué daría por poder ver a ambos como alumno y monitor! Suso, mi amigo, despertaba más iniciativa por la Benemérita que por cuestiones académicas e intelectuales. ¿He dicho ya que era gallego? Pues lo sigue siendo y mucho, pero sin acento: vivir en la capital del Reino de España hace perder algo la procedencia. Sin embargo, cuando va y viene a ver a su madre, en la Orense natal, recupera algunas buenas maneras de esa dulce manera de bailar las palabras.

Pasaron los años y no en balde, hasta que el dichoso Destino me llevó a su lado voluntariamente. Reconozco y recuerdo con cariño, cuando me entrevistó para el puesto; me hizo un par de atrevidas sugerencias sobre un coche, un mechero y… cruzar o no la calle, la línea… para acabar sonriendo los tres. Sí, éramos impares.

Suso, mi amigo y hermano, es un maestro de andar por la calle, de vivir la existencia en situaciones complicadas y duras; es un fenómeno inversamente proporcional al empleo de la tecnología punta. Dios, Nuestro Señor, ha llamado a Bill Gates y sus secuaces para confundirnos con la informática; Suso ha sido enviado a nuestro lado para recordarnos que, se puede vivir estupendamente en el siglo equis equis palito, con un lapicero de Ikea, un cuaderno y una sonrisa en los labios… o hablando por la línea telefónica.

La buena fe de Suso, la creencia en la supremacía de la Ley sobre todos y todo aquello que pueda dañar al ser desamparado han sido para muchos, incluido yo, un verdadero camino en la vida. Es de los mejores cocineros de Paella de la historia; creo que es de las pocas criaturas humanas que gusta de tomar manzanilla después del café en una comida con amigos, hermanos y algunos compañeros…

-Sí, sí, una copa de manzanilla con hielo… pero del segoviano más famoso del mundo… -se atizaba un buen pelotazo de DYC porque era fijo que fuera auténtico.

Mi hermano, amigo y Maestro Suso, me ayudó mucho cierto día. Cada año, más o menos a la misma hora, recordamos -a veces por teléfono- aquél pincho de tortilla y cerveza a las 11’30 horas de la mañana del día 11 de marzo de 2004. A la salida del local, una gitana me ofrecía un ramillete de romero:

-Para que tenga suerte, payo…

-Gracias, buena mujer, pero hoy ya tuve un remolque de eso… -respondí, declinando el ofrecimiento, que a otro le iría bien ese día la suerte.

Luego nuestro mundo se giró un poco el dichoso Destino, en manos de un satanás con apellido de evangelista, nos abocó a recorrer un trago algo amargo. Gracias a Dios, a la Virgen del Pilar y a la Verdad, nos condujo a recuperar algo la sonrisa, la esperanza y, por qué no, la fe para que a los malotes llegara la Justicia en la Tierra o después en el Cielo.

La vida laboral habría cumplido con creces Suso, mi Maestro, hermano y amigo el otro día. Sin embargo, con su tricornio calado, arma larga en ristre -que ahora tirotean en Bruselas y nos atrincheramos en España, antes… eran otros tiempos-, ha encontrado un lugar agradable para el Servicio. Con su fino humor, saber estar y fidelidad a la Ley, sigue cumpliendo todo lo que nos enseñaron en los Centros de Formación de la Guardia Civil. Ha decidico continuar practicando eso de la Senda de Lealtad en el mundo actual, con tanta trenología hasta para comprar un billete de tren a Orense.

cubierta completa jpg Senda de lealtad

Suso, querido, felicidades y gracias por todo… sigue así, que yo, pese a quien pese, estaré aquí contigo siempre… incluso si algún siglo gana tu Atlético una Champion.

Lo dicho: Suso, punto y coma, sigue en Servicio… Sin Novedad.

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