Mucho «lirili», poco «lerele»

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Quizá los más jóvenes desconozcan qué significan estos dos términos. Uno sin el otro queda soso, casi huérfano, insustancial. Creo recordar que, el término «lerele», apareció en una canción interpretada por la gran Lola Flores (DEP). Utilizaré ese término para atizar el hormiguero, con permiso, admiración y mesura… o no.

Hormiguero

Las últimas semanas –años, para muchas víctimas del terrorismo– nos vemos sacudidas por la realidad del terrorismo de ETA. Sí, ETA. Esa banda terrorista nos asesinó a españoles durante 50 años. Ahora no dispara con armas, vive cojonudamente con dinero público. Elementos terroristas disfrutan de una vida «padre» en organismos públicos, tales como ayuntamientos, diputaciones, comunidades autónomas y cámaras legislativas, de este hermoso país llamado España. El gobierno negoció con ellos, entregó el poder de manera pausada en las instituciones.

Instituciones

Disponen de un pastizal enorme, cantidades ingentes de dinero, cuyo destino no es el sueldo, no. El destino de subvenciones a asociaciones vinculadas a terroristas se camufla en cursos, formación, jornadas, videos explicativos, publicaciones… ocultando acciones y ejecuciones, atentados y secuestros, extorsiones y acoso, al resto de ciudadanos. Se ha convertido en una forma de vida; «vidón», en toda regla.

La regla se rompe cuando los políticos incumplen sus promesas; promesas rotas para ganar votos, conciencias, pagar sus indecentes rendiciones ante ETA; rendiciones ocultas y heredadas en actas de nefasta negociación. Porque negociar, negociar con la justicia, el dolor, la vida y la muerte, favorecer a terroristas y entregar impunidad a asesinos, es lo peor del mundo, del universo; un asunto bastardo. Negar la verdad y la justicia, promulgar el olvido, incluido el desprecio al ninguneo judicial, conlleva a dudar de todos los engranajes del estado democrático.

Olvido

«No podemos olvidar lo inolvidable», dijo el bueno de D. Gabriel Moris Noguera (DEP), en referencia a los asesinatos cometidos en atentados terroristas del día 11 de marzo de 2004 en Madrid. Otra gran persona, D. Francisco José Alcaraz Martos, me comentaba hace años:

—Dentro de poco, saldrán etarras de la cárcel; asesinos convictos sin pedir ni reparar el daño causado, ni cumplir íntegras sus condenas ni resarcir el daño civil a las víctimas. —Fue en ese momento cuando escribí «Obligaciones voluntarias» (Amazon), ante aquello que se veía venir.

Y vino. Llega el momento de publicar las candidaturas de asesinos en elecciones. Primero en ayuntamientos. Atrás, al final, sin apenas posibilidades de ser elegidos. Algún partido se mosquea, enfada. Afiliados y parte de los cargos electos –nacionales, autonómicos, municipales– levantan a voz en grito, y tono agudo, el «lirili» de estudiar la ilegalización de EH Bildu. ¿Estudiar? ¡¿Estudiar para qué?! ¿No han estudiado lo suficiente en todos los años de terrorismo que hemos sufrido mientras nos mataban o lo intentaban? ¿Quién ha votado en contra de impulsar la ilegalización en el Congreso de los Diputados? Figuras –figurones– del partido se muestran a favor de las dos opciones.

Opciones

¡¿Dos opciones?! En terrorismo, hay dos lados de la calle: a favor y en contra. ¿Dónde están ustedes? Cachos, partes del Partido Popular, a favor de incluirles dentro de la «vida política», –¡vamos no me jodas!­–. Otra parte, solista, se encuentra a favor de la ilegalización, al contrario de la línea marcada por el dirigente gallego y alardeada en la primera parte. ¿Y eso es posible en un sólo partido? ¿En una opción política a elegir en ayuntamientos y comunidades? ¿Qué opina el candidato de mi circunscripción? ¿A favor o en contra de la dirección de su propio partido?

Partido

Partido como opción política contra el terrorismo, –¡con dos cojones!–, nos queda uno y sólo uno: Vox. Diputados víctimas del terrorismo, padres y hermanos, amigos y compañeros, incluidos supervivientes de acciones terroristas, luchamos contra viento y marea, contra socialistas y comunistas, incluidos aquellos que prefieren «ver pasar la tormenta desde la butaca en casa». Los nuestros tienen clara la posición y entonan el «lerele». Un «lerele» comprometido, juramentado, palabra de caballeros, de españoles, la verdad por delante. Un «lerele» grave, voz sonora, sin pliegues, cargada de razón y firmeza; aquellos que, en momentos de zozobra en España, frente al reto de separatistas catalanes, entonaron «¡A por ellos!» en los tribunales. Y fueron. Luego llegó el traidor socialista y comunista, y sucedió… no es tema para hoy.

Las buenas gentes de Vox serán y estaremos firmes como clavos para mantener la legalidad vigente, el estado de derecho, el sistema democrático de 1978, de acuerdo a la Constitución; cumplir y hacer cumplir la ley, frente a aquellos que tratan de vulnerar su articulado. Descuiden, aquí no reblamos frente a los terroristas. No es la primera vez. Ya fuimos, somos y seremos. Nos rige un principio fundamental:

—¡Sin miedo a nada ni a nadie!

Ya se oye el «lerele» en la cercanía, ya…

La más reciente publicación –hasta la fecha– es “Quinta estación, Infierno“.

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