16/10/2015 by Klasus
Ilusión perdida
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Dicen que el mayor problema del ánimo de la especie humana tiene un decaimiento natural en los cambios otoñales y primaverales del año. Pese a ello, este verano comenzaba mal, muy mal. ¡Por la ilusión a falta de recuperación!
Recuerdo con asiduidad la canción de Radio Futura “Corazón de tiza”:
“Y si te vuelvo a ver pintar un corazón de tiza en la pared,
…
por haber escrito mi nombre dentro.”
Siglo XXI de la era cristiana. En la actualidad nos dedicamos a escribir en los entornos digitales frases, conjuntos de pensamientos con mayor o peor acierto y gusto hacia otros semejantes de la especie. Aunque se haya estudiado hace unos años partes de la anatomía propia, se puede afirmar sin llegar a la estupidez infinita, que muchos hay redactando con auténticas manos de animal porcino, cuya mente está sucia en cantidad realmente desconocida.
Hace veinticinco años conocí a una gran criatura humana. Sin superar ampliamente los 173 centímetros, tenía unas espaldas con las que rompía con facilidad las camisas de uniforme al tensar su musculatura. Cien flexiones, cien, sin caer una gota de sudor; treinta y dos dominadas, treinta y dos, cuando un oficial ordenó:
-Chaval, baja de la barra que hay gente esperando…
Allí arriba estaba Nicolás subido para superar las pruebas de acceso a la Guardia Civil. Nosotros éramos, quienes esperando movíamos la cabeza arriba y abajo, boca abierta contando:
-¡Qué fenómeno! -asombrada la expresión de la fila.
El gran Nicolás Alonso García fue quien me explicó en la Academia el término “podre”, que las personas asturianas utilizan:
-… para referirse a algo que huele muy mal, que apesta, inhumano su aroma…
-¿Podrido? -pregunté en el sentido cigaleño.
-No, no, peor …
Me quedo nítida la respuesta, porque así era y es Nicolás: claro como el alma de buena persona y ser humano. Comprobamos la acepción con un sencillo método: guardar en un bote de refresco un poco de sidra con cebolla durante varias semanas al aire, pero preservado del calor para evaporar. Fue algo complicado, ya que en Baeza, provincia de Jaén, en los meses de mayo, junio y julio, conservar líquido sin que pase a estado gaseoso… difícil. Olía…
Un par de años después volví a sentir ese olor nauseabundo. Fue en Monzón de Campos (Palencia). El Sargento Comandante de Puesto nos ordenó recoger un bote del vertido de líquido de la Azucarera de la población al río Carrión. Por sorteo tocó a mi compañero Julio César. Bote en mano, cubierta por guante de goma gruesa, comenzó a bajar la escalera metálica adosada a la pared del canal. Trató de llegar hasta el final del tubo, por donde salía un impresionante chorro de agua. A mitad de trayecto comenzó a vomitar -con perdón- de los gases que respiraba. Ayudé a subir a mi compañero de Promoción e intercambiamos “misiones”.
Conseguí bajar hasta la desembocadura del vertido. Recogí, cuan líquido saliendo de la espicha de un enorme tonel de sidra, el podre líquido resultante del proceso de molido de remolacha en la Azucarera de Monzón de Campos. Verdad es que, en casa de mis difuntos abuelos Catalina y Jacinto, allí en mi amado Cigales, se mataban algunos cerdos en casa al sistema antiguo de los años ’70. Primero se desangraba al marrano; luego se quemaba la piel con paja; después se desestazaba, retirando vísceras e intestinos. El olor era familiar, podre, pero sin llegar a los extremos de mi compañero gallego. Alguno tenía que aguantar cosas de ésas. Quizá sea el sentido de ir en “pareja” la Guardia Civil. Vete a saber si es así…
Unos meses atrás de este año 2015 tuve el honor de conocer a alguien en elevada posición dentro del organigrama del Estado. Sí, sí, de España me refiero. Soy sincero, como siempre, tremendamente sincero y no esperaba estar allí sentado, en tan digno despacho y sofá. Alguna vez fantasea uno diciendo:
-¿Te imaginas que nos sentamos con… y hablamos como si nos conociéramos de toda la vida?
Pues eso puede ocurrir en España. Aunque digan que Estardos Uníos es el país de las oportunidades, mi querida España, esta España mía, esta España nuestra, es el lugar donde batimos todos los récords del mundo mundial. Mítica es la frase:
-¿A que no hay cojones?
En ese momento, el español medio levanta las cejas y, si hace falta, pilla un barco, se va rumbo oeste y descubre un continente. Ahí no quedará su hazaña, ya que en lugar de poner su nombre al territorio, se dejará el honor para otro tipo. ¿Cojones o güevos? Pues sí, número par e inferior a cuatro. El cero es un invento de los indios y si no hay nada, no debería haber ni número. Pero ese tema es más de filósofos pensativos y eruditos.
Este año el Pilar iba a ser bueno no… ¡cojonudo! Y lo va a ser… ¡con un par! Aunque algunas Insitruciones huelan a podre… sumados a individuos que parecen mezclas de anguilas, serpientes, resbaladizo jabón de cianuro, malos como la carne de pescuezo… unidos a tipos que piensan más en su faja, que en su honor; personas ausentes del sentido de “lealtad”, sumidos en una confusión mental de tamaño que sea más valorado la posibilidad de un desaire, frente al cumplimiento de la Ley… encontrar a gente que se alía con la vileza del delincuente, conociendo y siendo consciente de la ilegalidad cometida… con las pruebas aportadas, probadas, consentidas,… el alma se encoje; el individuo replantea posiciones; la criatura intenta comprender cuál ha sido el error, dónde ha fallado el sistema; si él mismo ha cometido alguna ilegalidad durante la averiguación de datos, circunstancias, hechos, referencias… y todo conduce al mismo lugar: el sistema.
El sistema está podre, tanto o más que aquella sidra que dejamos en Baeza en el año 1990; en igual o mayor cantidad que el líquido pestilente del vertido de las depuradoras de agua de una Azucarera. Y lo peor, casi más malo que el tipo, es que ninguno de los dos partidos políticos mayoritarios en mi querida España, esta España mía, esta España nuestra, ha podido con el malhechor. Y digo bien malhechor o delincuente porque alguien no es inocente si no puede ser juzgado al haberse dormido la Adminsitración en el regazo de la materia podre.
El año que viene prometo que sí, que prestaré mi pecho izquierdo para que doblen un alfiler de honor y ajusten ese colgante que tuvieron por Rojo coronar una acción… que muchos Guardias Civiles hacen cada día, con más sentido del deber y la Lealtad que otros entregados a diferentes tipos delictivos.
Que pase pronto el 2015…
¡Viva la Virgen del Pilar! ¡Viva la Guardia Civil! ¡Viva España!