Semana Santa de Grande (pequeño, ínfimo)

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Hemos vivido tres tragedias: dos fallecidos y una iniquidad de Grande (pequeño, ínfimo).

Grande. Haciendo un repaso para reflexionar un momento, pensamiento respecto a la historia, composición, naturaleza, misiones y características de cada uno de los ministerios del gobierno –23 en esta legislatura– llegaremos a la conclusión que, de todos ellos, el más generoso y sencillo es el ministerio del Interior. Lamentablemente, el títere que acarrea la cartera por el fango en plena Semana Santa y Pasión, ha ninguneado a la familia de Policía Nacional y Guardia Civil.

Tragedias

El fin de semana se vivieron dos tragedias en nuestras familias. «Nuestras», son de todos, de todos los españoles. El alma de servicio a la patria en defensa de las libertades, derechos, propiedad privada y vida. Vida que nunca dudamos en poner delante de los delincuentes para evitar males mayores, especialmente la protección a los más débiles y vulnerables. Un agente de Policía Nacional perdió la vida cuando iba a prestar servicio en accidente de moto en Madrid, al colisionar con una ambulancia que circulaba en dirección prohibida. Un agente de la Guardia Civil falleció al ser atropellado por un conductor, a bordo de un vehículo robado, mientras prestaba servicio de protección en una vuelta ciclista de jóvenes en Asturias.

Ministerio del Interior, lugar muy propenso al «Comando Gañote»: grupete de personas bien trajeados, de fino y plancha, perfumados y oliendo a moqueta; zapatos apenas gastados en la suela, cordones impolutos, sin una triste mancha de barro en los bajos; más que bajos, profundos como son sus intenciones; cartera de cuero nueva, reluciente. Acto oficial, música, saludos, sonrisa, inauguración, palmas vino y pincho; tragaderas, despedida, «hasta luego, Lucas». Interior lleva aparejada una responsabilidad mayor, más sentida, agradecida, terriblemente rencorosa.

Desaire

Rencorosa, porque lo peor de esta vida es hacerle un feo, desaire, a la muerte de un agente fallecido. Recordar a los muertos ha de ser un principio fundamental –era, hasta la fecha–, especialmente cuando se pierde el pellejo –con orgullo y valor– y se salva a otros ciudadanos. Ni les cuento el dolor de padres, esposa e hijos, familia y compañeros, amigos y ciudadanos conocidos en general, cuando a uno de los «nuestros» –y vuestros– le es arrebatada la vida. Hay que ser muy hijoputa para evitar el velatorio, entierro, pésame a las familias e irse a inaugurar un bote o barco, quedarse «pelando la pava» en el sofá del palacete, cuan «vida padre».

Vida, vidorra, el titular disfruta prebendas del cargo con creces. Caprichos notables de la criatura reciben rápida y atenta respuesta. Aún recordamos, mientras los compañeros en Barcelona esperaban ser atacados con piedras, macetas lanzadas desde edificios hacia sus cabezas, el ministro se fue a cenar una hamburguesa, regada con vino blanco y mojito de postre, a un local de moda en el centro de Madrid. Lo más alucinante, y ajeno al menú, queda manifestado por la tragaderas del individuo. Aquellas imágenes al caer la tarde, a más de una persona normal y corriente, le sirvieron para entrar en una tristeza tremenda, humor hurtado, sonrisa desaparecida. Se jugaron la vida por «nosotros», ¡y el ministro de cenota, coño!

Favores

Si ese fuera el único ejemplo, quizás, y sólo quizás, sería salvable. Un error, una enorme cagada, que el espíritu cristiano de San Francisco de Asís podría olvidar. Recuerdo los favores a terroristas; alimañas que nunca han colaborado en resolver los más de 350 asesinatos amparados por la banda terrorista ETA. Esos individuos –perdón por la expresión, a falta de confirmar– reciben beneficios penitenciarios por un puñado de votos para mantener el inútil gobierno de España sin cumplir las condenas de manera íntegra, ni las «Obligaciones voluntarias» (Amazon) establecidas en sentencia ni pedir ni recibir el perdón de las víctimas del terrorismo. ¡Es todo tan negativo con este personaje!

Ayudar al enemigo

España, país generoso con el enemigo del sur de nuestra frontera –y de Europa–: Marruecos. Reciben los vehículos todoterreno más caros y equipados, acompañan pastizal entregado para cuidar de nuestra frontera. En tanto, el rey de ese país disfruta de una vida digna de un sultán: palacetes, viajes, estancias a todo meter –o recibir–, mientras su pueblo sufre graves carencias. ¿Quiere mantener nuestra frontera más segura? Policía Nacional y Guardia Civil sabrán cómo emplear de manera más efectiva esos medios y dinero entregado al enemigo. ¿Será el titular más corto que las mangas de un chaleco?

Protección

Chaleco con dispositivo airbag es una protección asequible para los motoristas. Instalado en el cuerpo, anclado a la motocicleta, dispara una protección en décimas de segundo para resguardar el cuerpo y cervicales, en caso de perder la verticalidad y salir despedido de la montura. ¿Pruebas? Al parecer, la dichosa DGT lleva un año probando chalecos. Chalecos con demostrada fiabilidad, características, funcionamiento, efectividad, en ferias y tiendas desde hace años, muchos años. ¿Precio? Un particular puede adquirir ese sistema desde 450€, incluso más bajos con ofertas. Además, contactando con la fábrica, tejen en la propia tela el escudo, nombre, siglas, por un incremento mínimo de precio. ¿Se imaginan el coste de un pedido a gran escala? ¿Cuántos agentes habrían visto disminuidas las heridas por caídas? ¿Cuántos habrían salvado la vida? Huyamos de pensar si se encuentran a la espera de comisiones por la compra o gestión de esos productos. Alejemos esos pensamientos en tiempos del gobierno del PSOE. Y más, cuando hemos conocido –a duras penas– las comidas de diputeros socialistas en momentos de pandemia Covid19, que otorgaban favores a empresarios.

Manobra

Bastardos son los principios que guían su puñetera vida. La necesidad de un títere, un manobra con currículum para nombramiento de ministro de Interior. Grande por apellido, sólo, únicamente herencia familiar obligatoria. Ilusiones de algunos al recordar su pasado como juez de la Audiencia Nacional en la lucha contra ETA, contra el terrorismo, narcotráfico… ¡Alto ahí! ¿Será capaz de no tomar el camino de retorno a un juzgado tras las tremendas fechorías realizadas como titular de Interior?

Tras dilapidar sus trabajos en el juzgado, se pone ahora muy en cuestión todas sus investigaciones sobre terrorismo. ¿Quién se puede fiar de un fulano que ha firmado tantos favores penitenciarios a etarras? ¿Quién evita sospechar de su conducta en tiempos de juez? ¿Cuántos revisan la hemeroteca de la instrucción del caso «Faisán» contra la financiación etarra y objeto de un chivatazo desde el ministerio del Interior? Además, si por si faltaran pocas sospechas en torno a la figura del delito de prevaricación, ha sido su ministerio vapuleado en sentencia por el hecho de cesar por «pérdida de confianza» a un guardia civil. Eso, solamente eso, debería ser motivo de pérdida de su designación al frente del ministerio, salvo que esté sirviendo de cortafuegos al líder socialista.

¿Quién nos cuida las espaldas?

Una tipo juramentado en defender la Constitución, encargado del ministerio del Interior, ha de estar obligado a cuidar de los españoles, de los agentes de Policía Nacional y Guardia Civil. En particular, asistiendo a todos los actos que se hagan en tanto dure su dirección, con especial interés a sepelios, acompañar a las familias, evitar hacer un cálculo de las emociones, expresiones, incluidas las palabras que pueda recibir por sus méritos. Deméritos, en este caso. Los uniformados, como agentes disciplinados, mantendremos la boca cerrada, ojos llorosos, mordiéndonos la lengua. Somos educados, muy educados, más que los políticos, mucho más que los piojosos amigos de este gobierno, quien recibe el apoyo parlamentario para flotar sobre la ciénaga de la iniquidad de terroristas, separatistas, personajes alejados del aprecio a la vida humana.

Solamente esperamos la llegada del paso del tiempo, el relevo por obligación del ministerio al perder las elecciones. Su indignidad le impide salir de manera voluntaria. «Se las come dobladas», dicen en círculos de compañeros.

Honor

«El honor es mi divisa», lema de la Guardia Civil, que el titular de Interior desconoce significado, posesión y disfrute. Se ha ganado el título de «Peor ministro de Interior, más malo que la carne de pescuezo».

Todos a una:

—¡Que te vote Txapote!

Mi última novela publicada es “Quinta estación, Infierno”.

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