“Del singular al plural”, de Alonso Holguín F.J.

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“Del singular al plural”, de Alonso Holguín F.J.

 

A pesar de los tiempos de bonanza económica que se anuncia desde el Gobierno, reflejado en parte en la disminución del número de desempleados, corren tiempos convulsos en nuestra amada España. ¡Por las Víctimas del Terrorismo!

Han llegado a las cercanías del poder gubernativo de España ciertas corrientes de pensamiento político preocupante. Gracias a que estamos en un sistema democrático, con una monarquía parlamentaria que, al parecer supone diversas libertades y derechos a los individuos, nuevos aires recorren los medios de comunicación social y redes. En España hay muchos refranes sobre la opinión verdadera; también se ha teorizado sobre la técnica de jugar al mus; años ha se decía que todos éramos de lo más entendido en temas taurinos… sin embargo, la única certeza es la propiedad de la opinión particular en número único, correspondiente éste al múltiplo del lugar donde acaba la espalda de la criatura humana… ¡y todo para decir uno!

Hace años conocía a una gran mujer, buena persona y mejor criatura de Dios. Recuerdo como ella se incorporaba del suelo a duras penas buscando a su hija a los pocos segundos de explotar una bomba bajo su coche. ¿Qué motivo tuvo la banda terrorista ETA para colocar un artefacto en los bajos de una funcionaria que trabajaba en la oficina del Documento Nacional de Identidad? Ella perdió parte de un brazo y una pierna. Un gran beso María Jesús, de las abuelas mejores que hay en este planeta. Una de sus hijas decidió no ir en coche con su madre y hermana Irene. Y casi fue testigo visual de cómo estallaba la boma, que sesgó las dos piernas de Irene.

Es duro recordar para todos, todos, los efectos que sufrieron ellas dos, más aún cuando años después se tiene una experiencia similar, afortunadamente sin daños físicos en primera persona, pero con unos recuerdos físicos que durarán toda la vida y que condiciona el devenir del día a día, momento a momento.

Hay determinados símbolos que unen a los pueblos, a las culturas, a los sentimientos de un páis y sus ciudadanos. Recuerdo qué hacía en los momentos que nos enteramos del asesinato de Miguel Ángel Blanco Garrido; el lema “todos somos Miguel Ángel”; el lazo azul por el secuestro del señor Aldaya; los 537 días que el señor don José Antonio Ortega Lara vivió secuestrado en un infame zulo bajo el suelo de un taller, así como la forma que tuvieron de mantenerle con vida… hasta que llegó la Guardia Civil y martilleó cada centímetro de aquél suelo hasta encontrar la pesada máquina de mil kilogramos que servía como improvisada puerta a la “celda”; los jóvenes asesinados en la plaza de la República Dominicana, en Palma Nova, en San Sebastián; el 11 de Marzo de 2004 en Madrid; los funcionarios de prisiones asesinados en Sevilla; la fiscal dela Audiencia Nacional Carmen Tagle… y así podría relatar casi mil personas que la barbarie asesina se ha cobrado en España.

Ellos son los héroes sobre los que se ha edificado la democracia que disfrutamos. Estamos todos los españoles, se sienten como se sienten algunos, en deuda de por vida con sus familias, con los heridos, con el entorno que les rodea. Pondremos un ejemplo, sin tener que acudir a las provincias que componen la Comunidad Autónoma Vasca. Pongamos que hablo… de Madrid. Hay barrios que han sufrido más de un atentado; hay dos plazas en menos de un kilómetro donde han estallado varios coches bomba; hay calles donde recuerdo con viveza el nombre y rostro de varios asesinados por el mero hecho de ser miembros de la Policía Nacional, Guardia Civil, Ejército o Magistrado de Tribunales de Justicia.

Las últimas elecciones municipales trajeron a la alcaldía de Madrid a unas personas singulares, pese a que piensan de manera muy plural. Excepto la alcaldesa, que fue Jueza por el llamado 4º ó 5 º turno, el resto son significados miembros del movimiento “okupa” de la capital del reino de España. Defensores de la libertad de cierta parte de la población, en contra de otra gran parte de ella. Esa parte de la sociedad que piensa la posibilidad de rescatar de las condenas establecidas a los autores de ese inmenso dolor, olvidando o dejando sin resolver más de 369 asesinatos. ¿Es duro?

Varios de sus miembros son habituales comentaristas en redes sociales, que es como hablar en medio del pueblo, pero que se entera inmediatamente cualquier humano en el mundo con conexión a internet… o bien otro que sí tiene y se lo cuenta a aquél que no ha tenido noticia directa.

Uno de esos tipos ha realizado comentarios sobre una de las víctimas del terrorismo que he considerado durante años una heroína. Una persona que ha podido perdonar, que basa su existencia en un olvido y considera las disculpas como “parte del humor negro” de las heridas sufridas en el atentado terrorista. Puede ser uno de los síntomas para no volver a pasar por un calvario, como es acudir a declarar a sede judicial sobre los párrafos macabros dedicados por ese tipo. Pero no, no estaba pensando sólo en ti él, no la ley que nos protege -o intenta- a víctimas de animadores de asesinos.

El artículo 578 del Código Penal castiga la realización de actos que entrañen descrédito, menosprecio o humillación de las víctimas de los delitos terroristas o de sus familiares. La redacción del legislador no otorgaba la unicidad del ilícito penal a una víctima en concreto, sino al colectivo de ellas. Irene, querida, eras la cabeza sobre la que recayó el infame comentario del tipo ese, cuyo nombre no quiero comentar, pero no la única. Tú, por los motivos que te asisten, no has sentido un daño o un ataque frontal a tu persona, a tu dolor, a aquellas extremidades amputadas que, gracias a Dios, conservas la vida y has podido ser madre de dos fenomenales criaturas. Sin embargo, ya que tú consideras que no has sido ofendida, nos tocará a otros tirar del carro en el que las riendas puede llevar de un modo algo “particular”.

Orgullosos de defender a España, de luchar de nuevo por todos aquellos que fallecieron, fueron heridos o simplemente por todos aquellos que disfrutan de la libertad de poder, hemos de recoger el relevo de luchar porque nadie se burle de los desaparecidos, ni de los que quedamos aquí. Querida Irene, ¿sabes cuál es el motivo de la persistencia en este hecho? Verás, algo muy sencillo… simplemente porque no quiero que mi hijo y los tuyos puedan ver emponzoñado el nombre de su padre por un tipejo; porque habiendo conocido a doña María Jesús, tu madre, a don José Antonio Ortega Lara, a don Salvador Ulañar Mundiñano, a doña Clara Escribano Arenas, a don Javier Gismero, a don Gabriel Moris y doña Pilar, su esposa, a Alejandro Urteaga de Manuel, a Félix Calleja,… y a tantas víctimas del terrorismo, cuya sonrisa debería ser Patrimonio de España, y que es tan difícil ver en sus rostros cuando un tipo de esa calaña publica unos mensajes de tan malísimo gusto y pésima eduación… solamente por proteger ese pequeño atisbo de felicidad, es necesario luchar legalmente contra ése tipo y los que vengan con aviesas intenciones.

El dolor de una víctima puede ser singular, aunque el sentimiento es demasiado plural.

 

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