“El bueno de César”, por Alonso Holguín F.J.

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Se nos fue un caballero motero al cielo


El bueno de César… hay semanas que no levantamos cabeza, no. Los sábados son días de compras con la familia, paseo con los chiguitosy, cuando cuadra, damos una vuelta en moto con amigos. En ese último grupo he compartido unas jornadas inolvidables con César Rebollo, “el brujo”. Voy a enumerar un par de situaciones maravillosas que compartimos.

Día de la bandera

El Ejército de Tierra lleva unos años organizando la “Marcha Motera” homenajeando a la bandera de España. La ruta, lo de menos, ya que son escasos los kilómetros para ir desde las inmediaciones del Cuartel General del Ejército de Tierra hasta la Base de “El Goloso”.

Este año el plan de ruta recorría todo el Paseo de la Castellana, gracias a las obras del Ayuntamiento de Madrid en la zona de Gran Vía. Más acertado, sin duda, ya que todo recto, como el pasodoble, es más sencillo que la otra opción.

Las modernas Harley Davidson tienen en común tener arranque por proximidad de un mando a distancia propio. Es decir, son “contactless” y no es necesaria la dichosa llave. Esto no tiene ningún inconveniente, salvo que nos juntemos unas cuantas “harleys” e intentemos arrancar al mismo tiempo. Además, la participación activa de los inhibidores de frecuencia de un banco, cuyas dos siglas son “b”, una “v” y la primera letra del alfabeto español, conlleva que no arranquen por ese método. ¡Menuda gracia!

Nuestros amigos, socios y compañeros, con otras monturas tipo marca alemana o “japos”, arrancaron sin problemas e iniciaron la marcha. En tanto, nosotros batallábamos con las alarmas y el pin de la centralita para conseguir el funcionamiento normal del motor.

César, el bueno de César, se quedó allí hasta que arrancamos todos. Unas risas, unas cuántas miradas de odio -al menos por mi parte- a la sede bancaria:

—¿Qué peligro vamos a tener nosotros con una moto?

Este hecho sirvió para unas cuántas bromas al llegar al acuartelamiento de la Brigada Acorazada. ¿Quién es capaz de olvidar cómo se reía César, el bueno de César? ¡Qué jodío!

Real Sitio de San Ildefonso

Unas veces se puede salir entre semana a rodar con los amigos, socios, compañeros y hermanos. Éste es un buen punto, al menos en la Comunidad de Madrid, ya que hay menos deportistas en bicicleta y circulación de otras motos.

César, el bueno de César, tenía por costumbre tomar un café y apretarseun cigarrillo antes de cada ruta:

—¿No desayunas en casa? -pregunté.

—Sí, pero ni Carlos ni tú estabais allí. Hablamos un poco antes de montar en moto. Hay tiempo para todo.

Y tomamos un café en Villalba con Carlos, que nos esperaba para hacer lo mismo. Carlos tiene una paciencia casi infinita y una habilidad magistral en la conducción de motos. Lleva pisando asfalto en la Agrupación de Tráfico desde hace… muchos trienios, muchos. Sus consejos son siempre bienvenidos:

—Las curvas se trazan así y así -nos decía-. Tenéis que abriros y ver el vértice… -toda la lección en una servilleta de papel con un bolígrafo.

Exacto, Carlos lleva una moto alemana y ve cosas que un “harlista” tiene alguna dificultad. César y un servidor acostumbramos a mirar paisajes, entornos y procurar mantener el equilibrio sobre un hierro de trescientos kilos. ¿Quién ve un vértice en la carretera del puerto de Navacerrada?

Llegamos al Real Sitio de San Ildefonso estupendamente. Nos tomamos un par de cervezas 0,0 y Carlos, gran motorista, nos devolvió a Villalba pasando por el puerto del Alto del León.

—Tú no sé, pero yo he visto unos bosques maravillosos, aire fresco y ningún vértice de esos que dice Carlos.

—¿Vértices? Eso está por poner todavía -reía César, el bueno de César, mientras Carlos se acordaba de los gendarmes de la Reina Faraona.

Cruz Verde

Este puerto es muy apreciado por los moteros. He de reconocer que tardé 46 años y pico en subir. Allí, en esa carretera, perdí a un amigo hace años. Me resulta complicado subir, bajar e imposible no rezar por él.

Un miércoles propusimos dar un “rulo”. César, el bueno de César, conocía una ruta para disfrutar de una mañana ciertamente espléndida:

—Sol en invierno… ¡Es día de moto!

Esta vez íbamos mayoría: tres “harleys” y una alemana. No siempre vamos a ir en minoría, calidad, pero en menor número. Antes de arrancar nos indicó que había algunos radares de la DGT:

—Están situados en bajadas, detrás de alguna señal. Aunque iremos despacio…

Sí, las “harleys” vamos despacio porque tenemos que disfrutar de todo mucho; al menos hasta que instalen vértices con palitos o similares.

En la ruta paramos a ver el homenaje a Ángel Nieto. Muy bonito, emotivo y con una panorámica inigualable del valle. De allí nos llevó a Peguerinos, donde nos tomamos unas cervezas 0,0 con unos torreznos de campeonato. Después a las Navas del Marqués y, para variar, subida y bajada de la Cruz Verde.

César, el bueno de César, tenía una Harley Davidson potente. Podía ir en cabeza de una ruta o en cola. La posición es insustancial en una ruta con amigos, socios y compañeros. Si bien nos gustaba más ir atrás para ver bien el paisaje y no importunar a los que andan calculando geometría.

Y así podría contaros tantos y tantos días con detalles inolvidables de esta buenísima persona.

El viernes Dios ha llamado a su seno a César, el bueno de César. Su corazón falló. Pese a los avances en medicina, esa válvula tiene difícil reparación cuando le da por irse a tomar vientos sin avisar. Hay que joderse. En el planeta Tierra habitan unos cuantos indeseables y se van siempre los mejores.

En COPS A.P.M. y AHE el fallecimiento ha caído como una piedra de cien mil kilos. Vacíos, tremendamente tristes, nos ha dejado la partida de nuestro amigo, socio, compañero y hermano hacia el cielo. Desde allí nos vigilará, ayudará y cómo no, dirá alguna vez eso de:

—Salimos todos, volvemos todos.

He de dar las gracias a María Antonia y a sus hijos de permitirnos la compañía y amistad de César Rebollo, el bueno de César, en rutas de moto y en esta vida.

Se nos ha hecho corto, queridos, pero intenso, muy intenso.

Escrito por Alonso Holguín F.J.

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