“Arroz en el cielo de Cigales”, de Alonso Holguín F.J.

Getting your Trinity Audio player ready...

“Arroz en el cielo de Cigales”, de Alonso Holguín F.J.

 

Hace años en Cigales, lugar en el mundo de mis mejores recuerdos, familia y amigos, decidieron instalar una piscina municipal. Aquéllos que no tengan la suerte de conocer este hermoso pueblo castellano -prometo no echar demasiadas flores a la localidad… o no-, deberían de saber que está a doce kilómetros de Valladolid en dirección a Palencia.

El clima propio de la provincia es continental. Al menos eso decían los libros de E.G.B. que hace años leí. Ahora sería más coloquial decir que hace frío en invierno y calor en verano. Si fuera mi santa esposa, nacida en Jaén, quien describiera la temperatura diría: en invierno hay semanas que tras la niebla está el sol… una semana sin verlo, cuando no unas heladas que hacen de los pasos de cebra auténticas pistas de patinaje. En verano, el mes de julio hace bastante fresco… en las bodegas, porque en la calle, los pájaros que vuelan por la mañana pelean a muerte por una miserable sombra de una espiga.

La instalación municipal se hizo en el punto más alto frente al casco urbano, junto al antiguo Depósito de Agua y una báscula de pesaje para remolques, llenos de cebada en fechas veraniegas. La novedad hacía que nuestros vecinos de Mucientes acudieran con asiduidad a remojar sus cuerpos serranos a la pileta de Cigales. Aún con el calor que hacía, y la novedad del frescor, no se echaba mucho de menos las sombras de los árboles, ya que se acababan de plantar. Teniendo agua…

Años ha, al igual que en muchas localidades de España, nuestro segundo transporte, después de las zapatillas, era la bicicleta. Recordarán aquelllos de más de taitantos años, que antes las bicicletas se dividían entre carreras y paseo. Pronto comenzaron a llegar de bicicross, con sus pesadas ruedas, hierros en algunos de sus componentes y ausencia de platos o piñones. Aunque recuerdo con agrado la bici de Jose Montoya ¡tres marchas en la palanca! ¡Parecía un coche!

El camino que llegaba a la piscina era de… arena. Bastante teníamos en el pueblo como tener piscina como para andar asfaltando parte del campo. Y no nos importaba. Además, antes se pinchaban menos las bicis que ahora. El aparcamiento de los transportes era en la puerta. Habitualmente se solían amontonar por pandas de amigos, con el consiguiente cuidado de no romper los radios de los demás.

Allí subíamos dos veces al día: una antes y otra después de comer, después de la serie de éxito, vuelta ciclista o de la siesta si se conciliaba el sueño. En Cigales, pueblo del alma, hace un calor el mes de julio…

Hace un par de años por lo menos, que se ha convertido en un lugar fantástico -la piscina me refiero- para degustar arroz. Allí, en el Bar-Restaurante-Terraza al uso de la piscina, donde antes se jugaban estratosféricas partidas de mus o pocha, ahora el placer del paladar queda subliminado con el sabor de las paellas que se elaboran. ¡Virgen Santa del Pilar! ¡Qué paella! A fe que podía ponerse alguna pega… ¡vamos venga allá! ¡El arroz para chuparse los dedos! No puedo encontrar ninguna pega del arroz, ni de nada. Hemos comido en el cielo, o por lo menos cerca de él: os recuerdo la posición respecto al casco urbano del bendito pueblo de Cigales. ¡En lo alto!

De esta comida llevaba la Peña El Galgo Negro prendada algunos meses. Incluso del día 30 de agosto. Quizá por ser el fin de las vacaciones laborales o bien porque es sábado. Allí, en Cigales, como en muchos lugares del orbe, cualquier día es bueno para comer con unos amigos. Vivimos en España, es un hecho. Y aquí tenemos esa sana costumbre: comer con amigos. Aunque las distancias de residencia no permitan hacer eso con más asiduidad. ¿Será que nos da más ganas cumplir el ritual con un espacio de meses? ¡Venga si fue ayer cuando nos vimos por última vez!

Ahora que recuerdo… había un río, corbatas, trajes,… un Museo, Valladolid, Dos sonrisas, una vida,… ¿Os suena? Será algo que escribí hace un tiempo…

La tarde del día treinta de agosto del año dos mil y catorce he degustado la mejor paella de mis cuarenta y cuatro años de vida. ¡Digo! Piscina de Cigales, Valladolid, España.

Pero hay que describir algo más, sí, unas imágenes que he prometido. Son enternecedoras, al menos para mí. Veréis, en la pared de la edificación donde están los vestuarios y los servicios, en su parte norte, hay colgados unos tiestos con flores, geranios en su mayoría.

Al pie de ellos, otrora aparcábamos bicis, hoy ha servido de aparcamiento de descanso para otra generación más de terneros. ¿No es tierno?

IMG_20140830_162751

Tras salir de la Piscina Municipal de Cigales, cuando bajaba con el coche hacia la casa de mis padres, en la fachada del chalet frente a la piscina he leído el nombre de la calle. Conste que pido públicamente perdón a cada ciudadano, vecino y habitante del amado Cigales: ¡no sabía el nombre de la calle! Espero que entenderéis todos que, especialmente, hoy domingo día treinta y uno de agosto de dos mil y catorce, las lágrimas me han hecho sonreír. Además, he compartido el nombre con mi hijo pidiendo que leyera el letrero azul de esa pared blanca:

IMG_20140830_180444

¡GRACIAS!

#al qaeda#alfil#alonso#arroz#blanco#caminero#catedral del vino#Cigales#denominacion de origen#España#eta#felix#felix jacinto alonso holguin#galgonegro#holguin#homenaje a los que dieron la vida por españa#jacinto#klasus#negro#paella#peon#piscina#terrorismo#Valladolid#Victimas del Terrorismo#vino